martes, 20 de noviembre de 2012

Los subpáramos


Conocido también como páramo bajo y considerado como una zona de transición entre el límite superior del bosque altoandino y el páramo propiamente dicho; presenta muchos arbustos y árboles bajos que proceden del bosque adyacente, entremezclados con la vegetación propia del páramo.
Esta franja paramuna, que se encuentra muy bien delimitada en la cordillera Oriental, no lo está en las cordilleras Central y Occidental ni en la Sierra Nevada de Santa Marta, debido a que en estos lugares no se desarrollan la mayoría de las especies vegetales que la caracterizan.


                                                  TIPOS DE VEGETACIÓN 

En la franja subparamuna se presentan cerca de 112 comunidades vegetales, como resultado de una gran heterogeneidad de condiciones ambientales y fisiográficas, en muchos casos determinadas por factores locales de temperatura, humedad, suelos, precipitación y contacto con el bosque altoandino; entre ellas se destacan algunos árboles propios de los bosques enanos, densos matorrales compuestos principalmente por ericáceas, varios tipos de chuscales y algunos frailejones.

 LOS BOSQUES ENANOS


El rodamonte —pequeño árbol de tallos bajos y retorcidos—, forma parches de vegetación de bosques enanos en hábitats muy húmedos o en fondos de cañadas; en algunos casos se entremezcla con encenillos del bosque andino y chusques o bambúes; cuando crece en contacto con el bosque alcanza alturas que superan los 8 m, mientras que su crecimiento en áreas abiertas de páramo es más limitado, —de 1 a 2 m— y su forma se torna aparasolada.

Los bordes de los suelos permanentemente pantanosos son el hábitat propicio para los bosques enanos de romero de páramo, arbusto con copas en forma de globo de color verde oscuro, que crece en medio de los pajonales de cortaderas y juncos. Su utilización con fines medicinales y como leña, hacen de ésta, una especie en peligro de extinción.

Hace más de 20.000 años el coloradito formó extensos bosques en las zonas de páramo y en las punas y se constituyó en un buen refugio para las aves. Desde entonces ha logrado una especial adaptación a este hábitat de altura. Al cambiar el clima, su población quedó reducida a pequeños fragmentos de bosque en laderas y taludes con grandes bloques de rocas, los cuales le proporcionaron condiciones microambientales más favorables. Actualmente se presenta a partir de los 3.000 msnm, aunque en páramos como el del Cocuy, se observan pequeñas islas a 4.000 msnm. Su madera es muy utilizada para leña y cercas.
 LOS MATORRALES
Se componen de plantas arbustivas de tallos de poca altura —de 1 a 5 m— muy ramificados desde la base, hojas reducidas y coriáceas y flores de colores intensos. En páramos con tendencia seca, los matorrales conforman una densa cobertura conocida como cinturón de ericáceas, pero en los páramos húmedos se encuentran dispersos. Entre las especies que los conforman se encuentran uvos de monte, agraces o uvas caimaronas y reventaderas, así como rosetas de helechos con tallos cortos; en los lugares bien drenados y expuestos al viento se entremezclan con comunidades del frailejón Espeletiopsis corymbosa. En ambientes mal drenados abundan el amargoso y el chusque.
 
LOS FRAILEJONALES
 


Una de las formas de vida mejor adaptadas a las condiciones de la alta montaña tropical, es quizás el frailejón; algunas especies tienen un amplio rango de distribución y otras, en ocasiones, conforman densas poblaciones que se acomodan mejor en el páramo bajo, hábitat que comparten con ericáceas y chusques. Cleef y Rangel encontraron en la Sierra Nevada de Santa Marta bosques paramunos con frailejones ramificados del género Libanothamnus, asociados con pequeños arbustos. En el subpáramo del Parque Nacional Natural Chingaza, a 3.100 msnm, se puede observar una reducida población endémica de frailejones no ramificados de Espeletia uribei, que alcanzan hasta 18 m de altura; sus tallos desprovistos de hojas están en contacto con las copas de los árboles del borde del bosque altoandino.

 
LOS CHUSCALES
  
En la parte baja de los páramos húmedos, como Chingaza, diferentes especies de bambú del género Chusquea, están presentes en el límite superior del bosque y hacen parte de las zonas donde el deslizamiento de suelos es frecuente; forman densas coberturas en los claros del bosque o cañadas muy húmedas con luz abundante. El chusque forma con los frailejones un conjunto de chuscal–frailejonal en áreas abiertas de páramos húmedos. En los páramos de suelos profundos y húmedos domina otra especie de bambú denominado cañuela, que en la franja del subpáramo alcanza gran porte —hasta de 4 m de altura— y forma extensas coberturas; en su interior se destaca la presencia de algunas hierbas y un estrato rasante con gran diversidad de musgos. Esta gramínea monocárpica, que en su ciclo de vida fructifica una vez y muere, es el elemento más importante en los páramos de Costa Rica; también se encuentra en los mal denominados «páramos templados» de los Andes australes.

 
 
VEGETACIÓN ARVENSE Y ANTRÓPICA


De la actividad antrópica se deriva una vegetación arvense secundaria, de plantas colonizadoras tolerantes a la alteración del medio, compuesta por pequeños arbustos conocidos como chite o cargarrocío, los cuales están asociados con algunas hierbas en forma de roseta que se entremezclan con pastos exóticos introducidos al país, como el pasto oloroso y la falsa poa. A los tres años de descanso de la tierra de cultivo, estos arbustos forman parches de matorrales bastante homogéneos.
 
 

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