Conocido también como páramo bajo y considerado
como una zona de transición entre el límite
superior del bosque altoandino y el páramo propiamente
dicho; presenta muchos arbustos y árboles bajos
que proceden del bosque adyacente, entremezclados con
la vegetación propia del páramo.
Esta franja paramuna, que se encuentra muy bien delimitada
en la cordillera Oriental, no lo está en las cordilleras
Central y Occidental ni en la Sierra Nevada de Santa Marta,
debido a que en estos lugares no se desarrollan la mayoría
de las especies vegetales que la caracterizan.
TIPOS DE VEGETACIÓN
En la franja subparamuna se presentan cerca de 112 comunidades
vegetales, como resultado de una gran heterogeneidad de
condiciones ambientales y fisiográficas, en muchos
casos determinadas por factores locales de temperatura,
humedad, suelos, precipitación y contacto con el
bosque altoandino; entre ellas se destacan algunos árboles
propios de los bosques enanos, densos matorrales compuestos
principalmente por ericáceas, varios tipos de chuscales
y algunos frailejones.
LOS BOSQUES ENANOS
El rodamonte —pequeño árbol de tallos
bajos y retorcidos—, forma parches de vegetación
de bosques enanos en hábitats muy húmedos
o en fondos de cañadas; en algunos casos se entremezcla
con encenillos del bosque andino y chusques o bambúes;
cuando crece en contacto con el bosque alcanza alturas
que superan los 8 m, mientras que su crecimiento en áreas
abiertas de páramo es más limitado, —de
1 a 2 m— y su forma se torna aparasolada.
Los bordes de los suelos permanentemente pantanosos son el hábitat propicio para los bosques enanos de romero de páramo, arbusto con copas en forma de globo de color verde oscuro, que crece en medio de los pajonales de cortaderas y juncos. Su utilización con fines medicinales y como leña, hacen de ésta, una especie en peligro de extinción.
Hace más de 20.000 años el coloradito formó extensos bosques en las zonas de páramo y en las punas y se constituyó en un buen refugio para las aves. Desde entonces ha logrado una especial adaptación a este hábitat de altura. Al cambiar el clima, su población quedó reducida a pequeños fragmentos de bosque en laderas y taludes con grandes bloques de rocas, los cuales le proporcionaron condiciones microambientales más favorables. Actualmente se presenta a partir de los 3.000 msnm, aunque en páramos como el del Cocuy, se observan pequeñas islas a 4.000 msnm. Su madera es muy utilizada para leña y cercas.
LOS MATORRALES
Se componen de plantas arbustivas de tallos de poca altura
—de 1 a 5 m— muy ramificados desde la base,
hojas reducidas y coriáceas y flores de colores
intensos. En páramos con tendencia seca, los matorrales
conforman una densa cobertura conocida como cinturón
de ericáceas, pero en los páramos húmedos
se encuentran dispersos. Entre las especies que los conforman
se encuentran uvos de monte, agraces o uvas caimaronas
y reventaderas, así como rosetas de helechos con
tallos cortos; en los lugares bien drenados y expuestos
al viento se entremezclan con comunidades del frailejón
Espeletiopsis corymbosa. En ambientes mal drenados
abundan el amargoso y el chusque.
LOS FRAILEJONALES
Una de las formas de vida mejor adaptadas a las condiciones
de la alta montaña tropical, es quizás el
frailejón; algunas especies tienen un amplio rango
de distribución y otras, en ocasiones, conforman
densas poblaciones que se acomodan mejor en el páramo
bajo, hábitat que comparten con ericáceas
y chusques. Cleef y Rangel encontraron en la Sierra Nevada
de Santa Marta bosques paramunos con frailejones ramificados
del género Libanothamnus, asociados con pequeños
arbustos. En el subpáramo del Parque Nacional Natural
Chingaza, a 3.100 msnm, se puede observar una reducida
población endémica de frailejones no ramificados
de Espeletia uribei, que alcanzan hasta 18 m de altura;
sus tallos desprovistos de hojas están en contacto
con las copas de los árboles del borde del bosque
altoandino.
LOS CHUSCALES
En la parte baja de los páramos húmedos,
como Chingaza, diferentes especies de bambú del
género Chusquea, están presentes
en el límite superior del bosque y hacen parte
de las zonas donde el deslizamiento de suelos es frecuente;
forman densas coberturas en los claros del bosque o cañadas
muy húmedas con luz abundante. El chusque forma
con los frailejones un conjunto de chuscal–frailejonal
en áreas abiertas de páramos húmedos.
En los páramos de suelos profundos y húmedos
domina otra especie de bambú denominado cañuela,
que en la franja del subpáramo alcanza gran porte
—hasta de 4 m de altura— y forma extensas
coberturas; en su interior se destaca la presencia de
algunas hierbas y un estrato rasante con gran diversidad
de musgos. Esta gramínea monocárpica, que
en su ciclo de vida fructifica una vez y muere, es el
elemento más importante en los páramos de
Costa Rica; también se encuentra en los mal denominados
«páramos templados» de los
Andes australes.
VEGETACIÓN ARVENSE Y ANTRÓPICA
De la actividad antrópica se deriva una vegetación arvense secundaria, de plantas colonizadoras tolerantes a la alteración del medio, compuesta por pequeños arbustos conocidos como chite o cargarrocío, los cuales están asociados con algunas hierbas en forma de roseta que se entremezclan con pastos exóticos introducidos al país, como el pasto oloroso y la falsa poa. A los tres años de descanso de la tierra de cultivo, estos arbustos forman parches de matorrales bastante homogéneos.
De la actividad antrópica se deriva una vegetación arvense secundaria, de plantas colonizadoras tolerantes a la alteración del medio, compuesta por pequeños arbustos conocidos como chite o cargarrocío, los cuales están asociados con algunas hierbas en forma de roseta que se entremezclan con pastos exóticos introducidos al país, como el pasto oloroso y la falsa poa. A los tres años de descanso de la tierra de cultivo, estos arbustos forman parches de matorrales bastante homogéneos.
que son los subparamos
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