De las tres franjas de páramo, es la más
extensa y la mejor consolidada ecológicamente.
En ella imperan condiciones extremas de temperatura y
clima, el paisaje es aparentemente uniforme y tranquilo;
allí el verdadero amo es el viento.
Entre los 3.000 y los 3.800 msnm existe un piso que se caracteriza por el modelado heredado de la glaciación pleistocénica. Este modelado glaciar, compuesto por cubetas de socavamiento ocupadas por lagunas,tuberas o pantanos, valles glaciares, morrenas laterales, frontales o de fondo y abundantes bloques y afloramientos rocosos arrastrados por los glaciares, se manifiesta en una topografía suave y ondulada que permite clasificarlo como el más estable y consolidado de los pisos del páramo. Los suelos tienen un cobertura densa, que impide la erosión hídrica superficial.
En la vertiente occidental de la cordillera Occidental la franja paramuna abarca desde los 2.900 hasta los 3.800 msnm; en el flanco oriental sólo es nítida entre los 3.300 y los 3.800 msnm. En la cordillera Central, vertiente occidental, se encuentra entre 3.400 y 4.000 msnm; en la Oriental va de 3.200 a 3.900 msnm. En la cordillera Oriental la mayor extensión se presenta en su flanco occidental, donde el límite inferior se ubica a los 3.000 msnm y el superior a los 3.800; en el costado oriental, el límite inferior se observa a los 3.300 msnm.
LÍMITES Y CONDICIONES AMBIENTALES
En esta franja paramuna las temperaturas tienen fluctuaciones entre 10 y -2°C; tales variaciones se hacen mucho más intensas durante los veranos —diciembre a febrero—, debido a que, por la ausencia de nubes, los rayos del sol inciden más directamente sobre la superficie y durante las noches despejadas el calor se escapa con mayor facilidad.
En la franja de páramo se registra una precipitación promedio mensual de 137 mm y un régimen pluviométrico unimodal o biestacional. El período lluvioso se presenta entre abril y octubre; el mes más húmedo es mayo con 186 mm. El período seco comprende los meses de noviembre a marzo y enero es el mes más seco, con 60 mm.
TIPOS DE VEGETACIÓN
La principal característica del páramo,
desde el punto de vista de la vegetación, con 146
comunidades vegetales, es el dominio del pajonal–frailejonal
y de los pastizales. Los pajonales se componen de gramíneas
en forma de macolla, de hojas agudas y duras como la paja ratona y generalmente
se encuentran asociados con frailejones.
En la cordillera Oriental, la matriz principal del paisaje paramuno se compone de extensas áreas cubiertas de pajonales del género Calamagrostis y de otros pastos y plantas graminoides del género Festuca, en general asociados con más de 20 especies de frailejones; su máximo límite de distribución altitudinal se sitúa aproximadamente a los 4.700 msnm. Debido a procesos de dispersión, ocurridos durante miles de años, en la cordillera Central se destaca la presencia de extensos pajonales de Calamagrostis recta asociado con una especie de frailejón —Espeletia hartwegiana—; son los pajonales de mayor tamaño, que en algunos casos alcanzan hasta 1,30 m de altura.
Los frailejones como Espeletia barclayana, Espeletia jaramilloi, Espeletia congestiflora y Espeletia argentea, se localizan en la parte inferior del páramo, mientras que Espeletia grandiflora tiene un amplio rango de distribución y abarca casi toda la franja; los frailejones Espeletia lutescens y Espeletia timotensis, en Venezuela, por estar especialmente adaptados a condiciones extremas de temperatura, prefieren las zonas sobre los 4.000 m de altitud.
Entre otros elementos propios de la flora del páramo de la cordillera Oriental se destacan los chuscales de varios géneros, especialmente de Chusquea tesselata, normalmente entremezclados con los pajonales; en el macizo volcánico Ruiz–Tolima de la cordillera Central, hay una ausencia casi total de chusques.
Los pastizales están compuestos por gramíneas de porte bajo, de hojas anchas y suaves que se encuentran en ambientes abiertos donde se entremezclan con otras especies de hierbas de reducido tamaño.
LOS MATORRALES
En la cordillera Oriental, la matriz principal del paisaje paramuno se compone de extensas áreas cubiertas de pajonales del género Calamagrostis y de otros pastos y plantas graminoides del género Festuca, en general asociados con más de 20 especies de frailejones; su máximo límite de distribución altitudinal se sitúa aproximadamente a los 4.700 msnm. Debido a procesos de dispersión, ocurridos durante miles de años, en la cordillera Central se destaca la presencia de extensos pajonales de Calamagrostis recta asociado con una especie de frailejón —Espeletia hartwegiana—; son los pajonales de mayor tamaño, que en algunos casos alcanzan hasta 1,30 m de altura.
Los frailejones como Espeletia barclayana, Espeletia jaramilloi, Espeletia congestiflora y Espeletia argentea, se localizan en la parte inferior del páramo, mientras que Espeletia grandiflora tiene un amplio rango de distribución y abarca casi toda la franja; los frailejones Espeletia lutescens y Espeletia timotensis, en Venezuela, por estar especialmente adaptados a condiciones extremas de temperatura, prefieren las zonas sobre los 4.000 m de altitud.
Entre otros elementos propios de la flora del páramo de la cordillera Oriental se destacan los chuscales de varios géneros, especialmente de Chusquea tesselata, normalmente entremezclados con los pajonales; en el macizo volcánico Ruiz–Tolima de la cordillera Central, hay una ausencia casi total de chusques.
Los pastizales están compuestos por gramíneas de porte bajo, de hojas anchas y suaves que se encuentran en ambientes abiertos donde se entremezclan con otras especies de hierbas de reducido tamaño.
LOS MATORRALES
Debido a las limitadas condiciones ambientales de esta
franja de páramo, los matorrales son escasos y
están conformados por vegetación con hojas
menudas, densas, superpuestas o con forma de aguja y con
flores de colores brillantes, amarillas principalmente.
La especie más difundida es el chite, que se encuentra
en los páramos desde Venezuela hasta el Perú;
en Colombia abundan diferentes comunidades con arbustal–pajonal.
Uno de los arbustos que crece en la parte superior del páramo y forma pequeños parches es la cola de pavo, del género Loricaria, de hojas reducidas, comprimidas y dispuestas verticalmente en un solo plano, como una estrategia para protegerse de la intensidad de los rayos solares al exponer una superficie menor.
Uno de los arbustos que crece en la parte superior del páramo y forma pequeños parches es la cola de pavo, del género Loricaria, de hojas reducidas, comprimidas y dispuestas verticalmente en un solo plano, como una estrategia para protegerse de la intensidad de los rayos solares al exponer una superficie menor.
LAS TURBERAS
En el páramo hay grandes extensiones de turberas con abundante flora, las cuales constituyen ambientes
permanentemente saturados de agua; debido al aporte de
materia orgánica producida por su propia vegetación
y por el ingreso de sedimentos acarreados por la lluvia
y los riachuelos, generan suelos turbosos y negros que
sirven como filtro al retener la materia orgánica
y liberar agua limpia.
En su origen fueron pequeñas cubetas lacustres
y actualmente se encuentran en proceso de sedimentación,
con una tendencia natural a desaparecer, que en algunos
casos se ha acelerado por la elaboración de drenajes
para crear zonas de pastoreo.
Las especies más espectaculares de estos ambientes
son las plantas en forma de cojines, que al agruparse
forman grandes masas verdes semejantes a archipiélagos
dentro de las lagunas. Estos hábitats, denominados
tremedales y tembladerales por estar apoyados sobre un
sustrato blando y de consistencia gelatinosa, pueden soportar
el peso de un hombre.
LA VEGETEACIÓN ARVENSE Y ANTRÓPICA
Está representada principalmente por prados rasantes
de una pequeña hierba de hojas orbiculares —Lachaemilla—,
que domina en lugares de suelos húmedos, donde
se ha compactado el suelo por el continuo pisoteo del
ganado; generalmente crece asociada con otros pastos bajos
del género Agrostis. El uso frecuente
del fuego termina por eliminar los frailejones y arbustos
y sólo queda un pajonal incipiente.
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