martes, 20 de noviembre de 2012

Los superpáramos

Los limites de esta estrecha franja paramuna no son estrictos; el inferior se sitúa entre los 4.100 y los 4.300 msnm en las cordilleras Central y Oriental y unos 200 metros más alto en el sur de la Sierra Nevada de Santa Marta y el superior llega casi hasta los 5.200 msnm, donde comienzan las nieves perpetuas; contiene la vegetación que se desarrolla a mayor altitud en las altas montañas de los Andes tropicales.

El superpáramo es el espacio más recientemente abandonado por el hielo; desde el Holoceno temprano —hace 10.000 años—, cuando los glaciares descendían hasta los 3.900 msnm aproximadamente, los espacios liberados por las nieves perpetuas se han ido integrando al superpáramo o piso periglaciar. En las depresiones dejadas por la excavación glaciar o entre los arcos modelados por las morrenas, se formaron pequeñas lagunas que lentamente fueron colonizadas por la biota acuática y terrestre.

En el superpáramo ocurren heladas durante todas las noches del año y la temperatura media fluctúa entre los 0 y los 6°C, con fuertes oscilaciones térmicas que pueden alcanzar los 25°C durante los días soleados y temperaturas mínimas de -2°C. Estas características climáticas han sido estudiadas en detalle por Maximina Monasterio, quien registró una temperatura media anual de 2,8°C a 4.118 msnm, precipitaciones de 798,2 mm y variaciones de 11 a 13°C en la temperatura del aire entre el día y la noche, con una mínima de -5°C. También registró un calentamiento rápido de la superficie del suelo desnudo que llega hasta los 50°C y desciende a -10°C. Esto indica que en esta franja paramuna hay un estrés térmico permanente.

El viento es frecuente y fuerte, especialmente entre junio y agosto; alcanza velocidades de hasta 40 o 50 km, lo cual produce deflacción —levantamiento de partículas finas—. Por esto es común que la cobertura del suelo esté conformada por gravilla que el viento no puede transportar.
 
 
UN ARCHIPIÉLAGO EN LA CIMA DE LAS ALTAS MONTAÑAS
 
Durante la mayor parte de su evolución los superpáramos han permanecido aislados. En la actualidad ocupan las partes más altas de la cordillera de los Andes y conforman pequeñas islas, separadas entre sí por las depresiones dejadas por los valles interandinos y por las montañas más bajas; esta característica ha influido en el desarrollo de una vegetación muy particular, entre la que se encuentran varios endemismos muy especializados en su propio hábitat.

 
 
 
 
UN SUELO MÓVIL EN UN «DESIERTO FRÍO»
 
Otra de las grandes limitantes para el desarrollo de comunidades vegetales en el superpáramo, es la existencia de un suelo móvil e inestable debido a la solifuxión — congelamiento y descongelamiento diarios—. En esta franja son frecuentes las nevadas, la congelación del agua en las madrugadas y su fusión que ocurre el mismo día o al siguiente; se forman así estalactitas de hielo en las cornizas de las rocas —carámbanos— y se congelan las pequeñas corrientes de agua. El agua que se acumula entre los materiales finos del piso, forma agujas de hielo que levantan pequeñas partículas de suelo algunos milímetros y al fundirse al día siguiente generan suelos rizados o estriados. Esta zona de arenales sujeta a la movilidad del suelo por constante solifluxión, ha sido definida como la mobiledeserta; una región de transición entre el páramo propiamente dicho y el «desierto frío» de la región periglaciar.
 
 
 
 
TIPOS DE VEGETACIÓN DEL SUPERPÁRAMO
 
Este hábitat, con 69 tipos de comunidades vegetales conocidas, tiene una escasa cobertura vegetal del suelo, que está ocupado principalmente por musgos y otras plantas criptógamas, entre las cuales llama particularmente la atención el liquen errante del género Tamnolia.

Algunas gramíneas y juncáceas crecen sobre la arena y el cascajo; sin embargo las especies más características del superpáramo son las del género Senecio, que generalmente están cubiertas por una densa capa de pelos blancos muy finos; varias de sus especies de hojas blancas o grisáceas, como el Senecio niveoaureus en la cordillera Oriental y el Senecio latiflorus en la Central, son endémicas.

En la Sierra Nevada del Cocuy es sorprendente el número de endemismos con varias especies de pequeñas hierbas en forma de roseta, como el Senecio cocuyanus y el lítamo real, muy utilizado en la medicina tradicional de la región, lo que prácticamente lo ha llevado al borde de la extinción.

Entre las plantas que subsisten a mayor altitud se encuentran los frailejones Espeletia hartwegiana, Espeletia pycnophilla, Espeletia lopezii, Espeletia frontinoensis, que llegan a más de 4.000 m de altitud.

En el superpáramo alto, la vegetación crece dispersa y aislada sobre un suelo incipiente de arenas y gravas de origen reciente, o entre las fisuras y oquedades de las rocas que acumulan la materia orgánica de musgos, líquenes y arenas derivadas de la erosión del sustrato rocoso. Son muy escasos los frailejones y el pajonal es discontinuo sobre grandes superficies de suelo desnudo; en cambio los tapetes de mus gos y las plantas en cojín son abundantes.
 
 
MATORRALES
 
Están integrados por pequeños arbustos de la familia de las compuestas que no sobrepasan los 1,50 m de altura; se encuentran dispersos en los escarpes rocosos, formando fajas angostas. En las zonas más húmedas del superpáramo alto de la cordillera Central hay comunidades de Pentacalia gelida y de Loricaria colombiana. En el páramo de Sumapaz y en la Sierra Nevada del Cocuy, los matorrales de Loricaria complanata, acompañados de Jamesonia goudotii y Lachemilla nivalis, cubren los suelos bien drenados y arenosos, desde los 4.000 hasta los 4.400 msnm.


  PRADOS DE PASTIZAL AZUL
    
Esta comunidad vegetal se encuentra más extendida en las dos vertientes del volcán Santa Isabel y en el de Santa Rosa, en la cordillera Central. Está constituida por una agrupación de gramíneas de porte medio y coloración azulosa, entre las que predominan Agrostis araucana y Festuca breviaristata. Poa y Agrostis dominan entre los pastos. Es notoria la ausencia de estos prados en la cordillera Oriental y en la Sierra Nevada de Santa Marta.

 
  VEGETACIÓN PIONERA
 
Este tipo de vegetación se especializa en colonizar los espacios que dejan los deshielos, es la que se desarrolla en la parte más alta del superpáramo, entre los arenales en proceso de estabilización y en los suelos incipientes poco evolucionados. Su aspecto es xeromórfico y su cobertura discontinua. Algunas de las especies que ocupan estos suelos en las cordilleras Central y Oriental son Valeriana plantaginea, Senecio canescens, Lachemilla nivalis, Hypochoeris sessiliflora, Pernettya prostrata, Lycopodium crassum, Calandrinia acaulis, Lupinus alopecuroides, Eringeron chionophilus.
Vegetación acuática o de pantano

Una de las características del paisaje de alta montaña es la presencia de numerosas lagunas dispuestas una tras otra en un mismo valle a causa del modelado de los glaciares, que en sus avances y retrocesos les dio forma. Se pueden citar, entre otras, la laguna de Chingaza, en la cordillera Oriental y la laguna del Otún en la Central. Estas lagunas presentan una vegetación característica con grandes juncos y plantas sumergidas en un medio de aguas oligotróficas. En otros casos, por su reducido tamaño y profundidad, presentan tapetes de musgos y plantas en forma de cojín; estos hábitats actúan como «filtros» al retener los sedimentos transportados desde su periferia y constituyen un nicho importante para la fauna paramuna.

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